9 de mayo de 2016

La comunicación es un fenómeno complejo y multifacético, en el que se distinguen tres funciones mutuamente relacionadas:

  • Proceso informativo, en el que la comunicación cumple la función de intercambio de información.
  •   Proceso de interacción, de influencia recíproca, la comunicación cumple en este caso una función regulativa de la conducta.
  • Proceso de comprensión mutua, de percepción interpersonal, donde intervienen las emociones de los comunicantes y que cumple una función afectiva.

  • Función Informativa de la Comunicación: El hecho de transmitir una información no garantiza que la misma sea comprendida por el interlocutor ni aceptada por él. En este sentido es necesario entrar a considerar el problema de la significación del mensaje para el perceptor.   Es imprescindible el establecimiento de un código o lenguaje común entre los interlocutores, que permita una similitud en los significados de los términos usados y la elaboración de un sentido común de la comunicación.

       La ausencia de unidad en las significaciones de las informaciones es una de las causas del surgimiento de obstáculos en la comunicación: son las llamadas «barreras» que dificultan el logro de un adecuado intercambio de información.

¿Sólo con palabras se comunica?

     La comunicación requiere de un sistema de signos a través de los cuales se produce la codificación y decodificación del mensaje. Es así que cuando el emisor quiere transmitir una idea, estado de ánimo, sentimiento, etc., la codifica a través de signos en un mensaje, el cual es decodificado por el perceptor (interpretado según el mismo código).
El lenguaje es el sistema de signos más utilizado para el intercambio de información. Aunque es el más universal no es el único medio de comunicación, existe lo que se ha dado en llamar comunicación no verbal.

     Comunicación verbal y no verbal están estrechamente unidas. La comunicación humana se produce simultáneamente en varios niveles, tanto consciente como inconscientemente, empleando en la misma todos los sentidos, además de las palabras. La comunicación no verbal se utiliza en mayor medida para la expresión de las emociones y actitudes.
Tanto el tono de voz como la postura asumida por el maestro frente a su clase revelan sus actitudes ante la materia de estudio, su interés o desinterés por la misma, transmitiéndolos de forma inconsciente a sus alumnos.

     La posición que los alumnos ocupan en el aula es un indicador de su actitud ante la materia y el proceso de enseñanza-aprendizaje: generalmente los que se sientan delante se muestran interesados y participan activamente, mientras que los que ocupan los últimos asientos manifiestan de esta forma su desinterés e intenciones de «pasar inadvertidos», aunque no siempre puede generalizarse.

   Todos los sistemas de signos no verbales multiplican el sentido de la información, (cuando está presente la comprensión de esos signos) y permiten conocer las intenciones de los participantes, por lo que enriquecen la comunicación verbal, pudiendo incluso sustituirla exitosamente en determinadas circunstancias.

  • Función Regulativa de la  Comunicación: La función regulativa de la comunicación 
    destaca la interacción, el intercambio de acciones entre los participantes y la influencia que ejerce uno sobre otro en la organización de su actividad conjunta. 

    La utilización del lenguaje como medio de intercambio de información permite que se cumpla no sólo la función informativa sino también la función de regulación de la conducta, que se ejerza influencia sobre los participantes: no sólo se transmite la información sino que los interlocutores intercambian sus acciones, organizan la actividad común que desarrollan, se orientan y convencen mutuamente e intentan cambios en sus comportamientos a partir de las imágenes interpersonales y las relaciones emocionales que han ido conformando
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  • Función Afectiva de la Comunicación: Tal como hemos visto antes en el proceso de comunicación los hombres no solamente intercambian información, sino que organizan su actividad común, se influyen y regulan sus acciones mutuamente. Junto a las funciones informativa y regulativa de la comunicación, está la función afectiva, cuyo concepto central es la comprensión mutua.

      La comprensión mutua representa el aspecto afectivo de la comunicación; determina los estados emocionales del hombre en su relación con otros, el nivel de tensión emocional de la comunicación interpersonal. Se refiere a la comprensión tanto intelectual como emocional del interlocutor, que permita el desarrollo de relaciones de simpatía y amistad entre los participantes en el proceso de comunicación. Este es el aspecto más complejo y profundo de la comunicación, que implica que en el acto comunicativo se tomen en cuenta los motivos, propósitos y actitudes del otro, comprenderlos y aceptarlos intelectualmente, compartirlos emocionalmente, asimilarlos a la conducta propia.

       La percepción que del alumno se forman sus profesores depende de múltiples factores, entre ellos de su aspecto externo, de la «primera impresión» que se produce al entrar en relación con él. A partir de la percepción de sus rasgos externos se establecen inferencias acerca de sus características de personalidad, cualidades morales, etc. y la interpretación de los motivos de su conducta y predicción de su actuación en situaciones típicas.

     El efecto de halo tiene lugar cuando el observador tiene poca información sobre el observado y también cuando se trata de valorar cualidades morales. Es frecuente, por ejemplo, valorar las condiciones morales e ideológicas de una persona por su aspecto externo: peinado, vestimenta, uso de determinados atributos, etc.

       La valoración de cualidades internas a partir de una «primera impresión» constituye una simplificación en el conocimiento del otro. Existen diversas formas de manifestación de estereotipos en las relaciones profesores-estudiantes, que se explican psicológicamente porque en su percepción del alumno intervienen con gran fuerza no sólo las propias características del estudiante y las circunstancias en las que tiene lugar la comunicación, sino la propia personalidad del profesor, su experiencia anterior, preferencias y necesidades, que van conformando una imagen del discípulo ideal que le sirve como patrón para valorar a sus educandos.